Rutas de moto en Islas Baleares

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Las Mejores Rutas de Moto por las Islas Baleares: Mallorca, Menorca y Más

¿Sabes esa sensación de libertad absoluta cuando el viento mediterráneo te acaricia mientras conduces? Eso es lo que te espera al recorrer las Islas Baleares en moto. Da igual si llevas años sobre dos ruedas o si estás pensando en alquilar una moto para tu próxima escapada a Mallorca o Menorca: estas islas guardan secretos que solo se revelan a quienes las exploran con el rugido del motor como banda sonora. Y créeme, algunas de estas carreteras están entre las más espectaculares que encontrarás en España. Así que ponte el casco, que nos vamos de ruta.

¿Cuáles son las mejores rutas en moto por la Sierra de Tramuntana en Mallorca?

La Sierra de Tramuntana (o Tramontana, como prefieren llamarla algunos) es ese tipo de lugar que te deja sin palabras. Y mira que la UNESCO no regala títulos de Patrimonio de la Humanidad así como así, ¿verdad? Esta cadena montañosa que abraza el noroeste de Mallorca es básicamente el paraíso de cualquier motero que se precie. La MA-10, esa carretera que parece diseñada por alguien que entendía de motos, serpentea por aquí como si estuviera bailando con las montañas.

Te lo digo en serio: cada curva es una promesa de algo mejor. Pueblecitos que parecen sacados de una postal, miradores donde querrás parar cada cinco minutos (aunque luego te arrepientas porque cuesta volver a arrancar), y esa mezcla perfecta entre naturaleza salvaje y asfalto que pone los pelos de punta. Si buscas esa descarga de adrenalina mientras tus ojos no saben dónde mirar, la Tramuntana te está esperando.

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¿Cómo es la ruta de Palma a Sóller pasando por Valldemossa?

Mira, si solo pudieras hacer una ruta en tu vida por las Baleares, probablemente debería ser esta. Sales de Palma y poco a poco el ruido de la ciudad se va quedando atrás. La carretera empieza a subir casi sin que te des cuenta, y de repente, boom: la bahía de Palma se despliega ante ti como un mapa azul.

Valldemossa te recibe con esas calles empedradas que te obligan a ir despacio (y menos mal, porque si no te perderías la mitad). Aparca un rato, estira las piernas. La Cartuja donde Chopin pasó aquel invierno tormentoso con George Sand merece una visita, y ya que estás, prueba las cocas de patata. Son como donuts mallorquines pero mejor, mucho mejor.

El tramo hasta Sóller… buf, prepárate. Las curvas se vuelven más cerradas, más traicioneras, más divertidas. Entre olivos que tienen más años que tu bisabuela y esos muros de piedra seca que no sabes cómo siguen en pie, cada kilómetro es pura magia. Y cuando llegues al mirador de Son Marroig, para. En serio, para. El Mediterráneo desde ahí arriba es algo que no se olvida. Son solo 40 kilómetros, pero qué 40 kilómetros.

¿Qué ofrece el recorrido de Sóller a Sa Calobra?

Vale, si la ruta anterior era buena, esta es de otro planeta. Empiezas en el Puerto de Sóller (tómate ese café mirando al mar, te lo has ganado) y la cosa se pone seria rápidamente. La carretera sube que da gusto, y las vistas… madre mía las vistas.

El embalse de Gorg Blau aparece de la nada, con ese azul turquesa que parece photoshop pero es real. Y entonces llegas a lo bueno de verdad: la bajada a Sa Calobra. ¿Conoces esa sensación cuando ves algo tan bien hecho que te dan ganas de aplaudir? Pues eso te pasará con el “nudo de corbata”, esa curva de 360 grados que Antonio Parietti diseñó en 1932. El tío era un genio, qué quieres que te diga.

Son 12 kilómetros de pura locura controlada. Curvas que te obligan a concentrarte al máximo, pendientes del 12% que ponen a prueba tus frenos, y vistas que te distraen justo cuando no deberían. Bajas desde 800 metros hasta el mar, y cada metro es una experiencia. Cuando por fin llegas a Sa Calobra, entre el cansancio y la euforia, solo piensas en dos cosas: darte un chapuzón en esa cala de agua cristalina y volver a subir para repetirlo todo. El Torrent de Pareis está ahí mismo si te apetece estirar las piernas, pero sinceramente, después de esa bajada, lo único que apetece es sentarse y procesar lo que acabas de vivir.

¿Vale la pena la ruta desde Pollença hasta el Faro de Formentor?

¿Que si vale la pena? Tío, es que esta pregunta casi ofende. La ruta al Faro de Formentor desde Pollença es de esas experiencias que te reconcilian con el mundo. Son solo 20 kilómetros, pero qué 20 kilómetros más bien aprovechados.

Pollença tiene su encanto, con ese casco antiguo que pide a gritos una vuelta rápida antes de salir pitando hacia la aventura. Pero cuando dejas atrás las últimas casas y la carretera empieza a mostrar su verdadero carácter… ahí es cuando la cosa se pone interesante. El mirador del Colomer es parada obligatoria. Y no es por ser pesado, es que las vistas de esos acantilados cayendo en picado sobre el Mediterráneo son de las que te dejan pensando “¿esto es real?”.

La carretera se estrecha, los pinos te escoltan, y las curvas… ay, las curvas. Perfectas, ni muy cerradas ni muy abiertas, justo como tienen que ser. Si hace calor (y en Mallorca suele hacerlo), la Playa de Formentor te viene de perlas para refrescarte un poco. Arena blanca, agua transparente, ya sabes, lo típico del Caribe pero en el Mediterráneo.

El último tramo hasta el faro es pura épica. Las curvas suben pegadas al acantilado, y con cada giro las vistas se vuelven más salvajes. Cuando llegas al faro, a 210 metros sobre el mar, la sensación es… ¿cómo explicarlo? Es como estar en el fin del mundo, pero en el buen sentido. Muchos dicen que es la ruta perfecta: técnica justa, paisaje de escándalo, y esa sensación de haber llegado a algún sitio especial. Y tienen razón.

¿Qué calas y playas puedo visitar en moto por Mallorca?

Aquí viene lo bueno de moverte en moto por Mallorca: puedes llegar donde los coches ni sueñan. La isla es básicamente un catálogo de calas y playas para todos los gustos. Desde las playazas kilométricas de la Bahía de Alcudia (perfectas para los que van con la familia) hasta esos rincones secretos en la costa este donde apenas cabe una toalla.

¿La ventaja de ir en moto? Pues que mientras los pobres conductores de coche dan vueltas buscando aparcamiento, tú ya estás tomando el sol. Sitios como Cala Varques o S’Amarador, que en verano se ponen hasta arriba, son mucho más accesibles cuando puedes meter la moto en cualquier hueco. Y créeme, merece la pena el esfuerzo de llegar.

La costa este es un filón. Por la zona de Cala Millor tienes carreteras secundarias que van bordeando el mar, perfectas para ir parando en cada cala que te llame la atención. Y en el sur, las formaciones rocosas alrededor de lugares como Cala Pi crean un contraste brutal con el agua turquesa. Es como ir coleccionando postales, pero en vivo y en directo. La gracia está en alternar: un rato de curvas, una parada para el baño, vuelta a la moto, siguiente cala. Así puedes hacer un día completo sin aburrirte ni un segundo.

¿Cuál es la mejor ruta para llegar a Cala Mesquida desde Palma?

70 kilómetros separan Palma de Cala Mesquida, pero vaya 70 kilómetros. Mi consejo: sal temprano, muy temprano. No solo por el tráfico de Palma (que también), sino porque querrás tomarte tu tiempo en el camino.

La Ma-13 hacia Alcudia es tu punto de partida. Los campos de almendros te acompañan mientras la Sierra de Tramuntana te guiña el ojo desde lejos. Cuando llegues a Inca, tienes una decisión que tomar: seguir por la autopista (rápido pero aburrido) o desviarte por la Ma-12 hacia Artà. Spoiler: desvíate. Artà con sus murallas medievales pide a gritos una parada para el café, y las plazas del pueblo son perfectas para estirar las piernas.

Desde Artà, la cosa cambia. La carretera se vuelve más juguetona, más motera. Las primeras vistas del mar aparecen entre las curvas, y los últimos kilómetros antes de Cala Mesquida son puro disfrute. Pinares, curvas suaves, y esas vistas de la costa que te hacen pensar “por esto vine a Mallorca”.

Cala Mesquida en sí es una pasada. Arena dorada, dunas protegidas, y ese ambiente de playa salvaje que cada vez escasea más. Los restaurantes de la zona no son nada del otro mundo, pero después de la paliza, cualquier cosa sabe a gloria. Y sí, el agua está fría, pero después de 70 kilómetros en moto bajo el sol mallorquín, es justo lo que necesitas.

¿Qué otras calas imprescindibles debo incluir en mi ruta en moto?

Vale, vamos con la lista de imprescindibles que todo motero debería marcar en su mapa. En la costa este, Cala Varques es esa joya que requiere aparcar y caminar un poco. ¿Merece la pena? Cuando veas la arena blanca y el agua turquesa sin chiringuitos ni sombrillas de pago, me lo agradecerás. Cala Romántica, ahí al lado, es más fácil de acceder si no te apetece caminar mucho.

Subiendo hacia el norte, Cala Agulla es de esas playas que lo tienen todo: naturaleza virgen, pinos hasta casi la orilla, y justo los servicios necesarios para no sentirte en medio de la nada. Perfecta para los que quieren playa bonita sin renunciar a tomarse una cerveza fresquita.

En la costa oeste, Cala Deià es parada obligatoria si estás por la Tramuntana. Ojo, tendrás que bajar a pata, pero el puerto pesquero con sus casitas y el agua transparente compensan el esfuerzo. Es pequeñita, así que en agosto mejor ni lo intentes.

Y en el sur, Es Trenc. Kilómetros de arena blanca, agua turquesa, y esa sensación de estar en una playa virgen (aunque en verano virgen lo que se dice virgen…). La ventaja de ir en moto es que siempre encuentras un huequito donde aparcar, mientras los coches se pelean por las plazas.

Para los más aventureros, Cala Mondragó dentro del parque natural es una maravilla. Varias calitas conectadas por senderos, bosque mediterráneo, y ese rollo de naturaleza protegida que se nota. La gracia de hacer esta ruta de calas en moto es que puedes visitar tres o cuatro en un día sin volverte loco con los aparcamientos. En temporada alta, esa flexibilidad no tiene precio.

¿Cómo planificar una ruta por las calas del sur como Cala Pi?

El sur de Mallorca es otra historia. Nada que ver con las montañas del norte, aquí el terreno es más plano pero los acantilados costeros te dejan con la boca abierta. Para hacer una buena ruta por esta zona con Cala Pi como estrella, hay que currárselo un poco.

Saliendo de Palma por la Ma-19 hacia Llucmajor, el paisaje cambia radicalmente. Molinos, campos de almendros, y esa Mallorca rural que parece detenida en el tiempo. Pasado Llucmajor, las carreteras secundarias hacia la costa son una gozada: poco tráfico, curvas suaves, y ese ambiente de “aquí no llegan los turistas”.

La Ma-6015 hacia Cala Pi es de esas carreteras que no esperan nada pero te dan mucho. El paisaje rural auténtico te acompaña hasta que de repente aparecen los acantilados. Hay un mirador natural donde parar la moto es obligatorio. Los acantilados de 20 metros enmarcando esa cala con forma de fjord… es que no hay palabras.

El descenso final a la playa te permite apreciar cómo el mar se ha colado tierra adentro creando este rincón único. La playa en sí es pequeñita pero perfecta para descansar después de la ruta. Y aquí viene lo mejor: desde Cala Pi puedes enlazar con otras joyas del sur. Es Trenc (el famoso “Caribe mallorquín”) está cerca, y Cala Santanyí con sus rocas espectaculares también pilla a tiro de moto.

La ventaja de explorar el sur en moto es que puedes improvisar. ¿Ves un cartel hacia una cala? Pues para y explora. Los aparcamientos pequeños cerca de las calas que serían un problema para un coche son perfectos para las motos. Y en esta zona, donde las distancias son cortas, puedes hacer un tour completísimo sin cansarte demasiado.

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