¿Te acuerdas de la primera vez que montaste en bicicleta? Ese nerviosismo mezclado con emoción… Pues bien, subirse a una moto por primera vez es algo parecido, pero multiplicado por diez. Si estás a punto de dar el salto al mundo de las dos ruedas motorizadas, seguramente tengas un montón de preguntas rondándote la cabeza. Y es normal, porque esto no es como aprender a usar un patinete eléctrico.
Esta guía está pensada para ti, que quizás ya te has imaginado mil veces surcando las carreteras con el viento en la cara, pero que también sabes que hay mucho que aprender antes de vivir esa fantasía. Vamos a cubrir todo lo básico, desde qué ponerte para no acabar con el asfalto tatuado en la piel hasta cómo dominar esa bestia de metal sin que ella te domine a ti.

¿Qué equipamiento necesito para conducir una moto por primera vez?
Mira, antes de tocar siquiera el arranque de tu futura moto, necesitas equiparte como es debido. Y no, no me refiero solo a ponerte un casco cualquiera y salir pitando. Hablamos de proteger tu pellejo de verdad, porque el asfalto no perdona y las cicatrices no molan tanto como parecen en las películas.
Un colega mío siempre dice: “Vístete para la caída, no para el paseo”. Y tiene toda la razón del mundo. Puede que al principio te sientas como un astronauta con tanto equipo encima, pero créeme, cuando veas a algún inconsciente en camiseta y chanclas pasando a tu lado a 120 km/h, agradecerás cada euro invertido en protección.
El mercado está repleto de opciones, desde lo más básico hasta equipos que parecen sacados de una peli de ciencia ficción. Lo importante es que todo esté homologado (busca las etiquetas CE, que no son un adorno). Y sí, puede que te dejes un buen pico, pero piénsalo así: es mucho más barato que una estancia en el hospital o meses de rehabilitación.
¿Son obligatorios los chalecos airbag para moto?
Los chalecos airbag son como ese amigo sobreprotector que siempre está ahí cuando las cosas se ponen feas. Aunque todavía no te obliguen a llevarlos (al menos en España y la mayoría de países), cada vez más motoristas veteranos juran por ellos. ¿Por qué? Porque cuando te vas al suelo —y créeme, es un “cuando”, no un “si” cuando estás aprendiendo— estos chalecos se inflan más rápido que un globo en una fiesta infantil y protegen tu columna, costillas y cuello.
Un amigo que lleva más de 20 años sobre dos ruedas me confesó que desde que usa chaleco airbag, su mujer duerme más tranquila. Y eso que el tío es de los que conducen con cabeza. Para alguien que está empezando, tener esa protección extra es como llevar un ángel de la guarda tecnológico. Eso sí, prepara la cartera: los buenos no bajan de 400-500 euros, y los electrónicos pueden superar fácilmente los 800.
¿Mi consejo? Si te lo puedes permitir, no lo dudes. Es como tener un seguro de vida que llevas puesto. Solo asegúrate de que esté homologado y de que te quede como un guante, porque si no se ajusta bien a tu cuerpo, es como llevar un flotador pinchado.
¿Qué tipo de guantes y casco debo usar?
El casco es tu mejor amigo, punto. Sin discusión. Es lo único que se interpone entre tu cabeza y el asfalto cuando las cosas se tuercen. Para empezar, olvídate de los cascos jet o modulares bonitos que has visto en Instagram. Necesitas un integral, de esos que te cubren toda la cara y te hacen parecer un piloto de Fórmula 1.
¿Cómo saber si un casco te va bien? Tiene que quedar ajustado pero sin apretar como si fuera un tornillo de banco. Cuando muevas la cabeza, el casco debe moverse contigo, no quedarse flotando alrededor de tu cráneo. Un truco: si puedes meter más de dos dedos entre tu frente y el acolchado, está demasiado grande.
En cuanto a los guantes, aquí muchos novatos la cagan (perdón por la expresión, pero es la verdad). Piensan que cualquier guante vale, total, “¿qué puede pasar?”. Pues te lo digo yo: cuando te caigas, lo primero que harás por instinto será poner las manos. Y si llevas guantes del chino, te vas a dejar media palma en el asfalto.
Busca guantes específicos para moto con protecciones en nudillos y palmas. Al principio pueden parecer rígidos, pero necesitas ese tacto para sentir bien los mandos. Es como tocar la guitarra con guantes de boxeo: posible, pero no ideal. Con el tiempo te acostumbrarás y ni los notarás.
¿Qué equipamiento adicional me brinda mayor seguridad?
Vale, ya tienes casco y guantes. ¿Qué más? Pues básicamente necesitas convertirte en una tortuga con caparazón reforzado. Una buena chaqueta de moto (nada de cuero fashion sin protecciones) debe llevar protectores en hombros, codos y espalda. Sí, parecerás más corpulento, pero es mejor parecer Robocop que acabar como carne picada.
Los pantalones son el gran olvidado. Veo a muchos con chaquetón de 500 euros y vaqueros normales. Error garrafal. Los vaqueros se rompen como papel de fumar en una caída. Necesitas pantalones con protecciones o, al menos, vaqueros reforzados con kevlar. Tus rodillas y caderas te lo agradecerán.
Las botas… ay, las botas. Nada de zapatillas deportivas, por muy molonas que sean. Necesitas algo que te cubra el tobillo, porque esa zona es especialmente vulnerable. Una vez vi a un tipo que se torció el tobillo simplemente al parar en un semáforo y apoyar mal el pie. Con botas adecuadas, eso no pasa.
Y si de verdad quieres ir como los pros, añade un protector de espalda independiente (si tu chaqueta no lo trae) y algo de ropa con elementos reflectantes. Puede que no ganes puntos de estilo en Instagram, pero los otros conductores te verán mejor, especialmente al atardecer o en días nublados.
¿Cómo empezar a conducir una moto si soy principiante?
Aquí viene la parte que todos esperan: montarse en la moto y salir quemando rueda. Pues no, campeón. Frena esos impulsos de Valentino Rossi que llevas dentro. Lo primero es conocer tu moto como si fuera tu smartphone: cada botón, cada palanca, cada indicador.
Te parecerá una tontería, pero siéntate en la moto (apagada) y toquetea todo. ¿Dónde está el freno delantero? ¿Y el trasero? ¿Cómo se mueve la palanca de cambios? Es como cuando te compras un coche nuevo y pasas media hora ajustando el asiento y los retrovisores. Aquí es igual, pero más importante porque no tienes carrocería que te proteja.
Mi primer instructor me dijo algo que nunca olvidaré: “La moto no es tu enemiga, pero tampoco tu amiga. Es una herramienta, y como toda herramienta, hay que respetarla”. Así que tómate tu tiempo. No hay prisa. Mejor parecer un novato precavido que un temerario en el hospital.
Para tus primeras prácticas, busca un sitio donde no haya nadie que te pueda juzgar (o atropellar). Un parking vacío un domingo por la mañana es perfecto. Y si puedes ir con alguien que ya sepa, mejor. No para que te enseñe (para eso están las autoescuelas), sino para que te eche un cable si te quedas tirado o necesitas ayuda.
Posturas correctas para manejar una motocicleta
La postura en la moto es como la postura frente al ordenador: si la haces mal, acabarás jodido (con perdón). La diferencia es que aquí no solo te dolerá la espalda, sino que puedes perder el control del vehículo.
Primero, olvídate de esa imagen del motero echado para atrás como si fuera en un sillón. Eso es para las películas y las Harley de los domingueros. Tú necesitas estar activo, alerta. Siéntate de forma que puedas alcanzar el manillar sin estirarte como un chicle. Los brazos deben estar relajados, con los codos ligeramente doblados. Si los llevas totalmente estirados, cualquier bache se transmitirá directamente a tus hombros y perderás capacidad de reacción.
Las rodillas son fundamentales. Deben abrazar el depósito como si fuera tu pareja en una peli romántica. Esto te da tres puntos de apoyo (culo y dos rodillas) y te permite controlar mejor la moto con todo el cuerpo, no solo con los brazos. Los pies van en los estribos, pero no de cualquier manera: la parte delantera del pie, lista para accionar los controles.
Y lo más importante: la mirada. Mira siempre hacia donde quieres ir, no al suelo justo delante de la rueda. La moto va donde miras, es casi mágico. Si miras un árbol pensando “no quiero chocar con ese árbol”, ¿adivina dónde acabarás? Exacto, besando corteza.
Primeros ejercicios para familiarizarse con el manillar y el acelerador
Antes de lanzarte a rodar, hay ejercicios básicos que parecen una chorrada pero que son oro puro. El primero: el equilibrio estático. Con la moto apagada, súbete e intenta mantener el equilibrio sin poner los pies en el suelo. Al principio aguantarás dos segundos, pero poco a poco irás mejorando. Es como hacer equilibrios en la bici cuando eras crío, pero con 120 kilos de metal entre las piernas.
Cuando domines eso, enciende la moto (en punto muerto, eh, no seas ansioso) y juega con el acelerador. Aprende cómo responde el motor. Cada moto tiene su personalidad: algunas son suaves como la seda, otras responden como un caballo salvaje. La tuya probablemente esté en algún punto intermedio.
El siguiente nivel es el embrague, ese misterioso mecanismo que tantos quebraderos de cabeza da al principio. El secreto está en encontrar el “punto de fricción”, ese momento mágico donde el embrague empieza a transmitir potencia. Es como encontrar el punto exacto de cocción de un huevo: ni muy crudo ni muy hecho. Practica soltando el embrague milímetro a milímetro (literal) mientras das un poquito de gas. La moto empezará a moverse sola, como por arte de magia.
Un ejercicio que me funcionó genial fue el del “paseo del pato”: soltar embrague hasta que la moto empiece a moverse y volver a apretarlo, una y otra vez, avanzando a pasitos. Pareces idiota haciéndolo, pero es la mejor forma de pillar el punto exacto sin pegarte un susto.
¿Dónde practicar conducir una moto por primera vez?
La elección del lugar para practicar es crucial. No vale cualquier sitio. Necesitas un espacio donde puedas cagarla (porque la cagarás) sin consecuencias graves. Los parkings de centros comerciales en domingo son el paraíso del motorista novato: amplios, vacíos y con el asfalto lisito.
Los polígonos industriales el fin de semana son otra joya oculta. Calles anchas, sin tráfico, y normalmente con rotondas donde practicar giros. Eso sí, cuidado con la grava suelta o los charcos de aceite que a veces dejan los camiones. Tu moto y tú no os lleváis bien con esas sorpresas.
Cuando ya te sientas más seguro (y solo entonces), puedes probar en urbanizaciones tranquilas o zonas residenciales con poco tráfico. Pero ojo, nada de hacerte el gallito. Si ves más de tres coches seguidos, es que todavía no es tu sitio. La paciencia es una virtud, especialmente cuando vas sobre dos ruedas.
Un consejo de oro: si puedes, que te acompañe alguien con experiencia. No para que te enseñe (insisto, las autoescuelas existen por algo), sino para que vigile el tráfico mientras tú te concentras en no hacer el ridículo. Es como tener un copiloto en un videojuego: no juega por ti, pero te avisa de los peligros.
Consejos para conducir una moto 125 como principiante
Las 125 son como el tutorial de un videojuego: te enseñan las mecánicas básicas sin matarte en el primer nivel. Son ligeras, manejables y con la potencia justa para que no te asustes pero tampoco te aburras. Es la moto perfecta para empezar, y quien diga lo contrario es que empezó con una 600 y tuvo suerte de contarlo.
Lo bueno de estas motos es que perdonan muchos errores de novato. ¿Que sueltas el embrague muy rápido? No pasa nada, no tiene potencia para mandarte volando. ¿Que te pasas con el acelerador? Tranquilo, no vas a hacer un caballito accidental. Son como ese profesor enrollado que te deja repetir el examen si la cagas.
Pero cuidado, que “poca potencia” no significa “juguete inofensivo”. Una 125 puede alcanzar los 100-110 km/h sin despeinarse, velocidad más que suficiente para hacerte mucho daño si no vas con cuidado. Respétala como respetarías a cualquier vehículo, porque el asfalto no distingue entre cilindradas a la hora de rasparte la piel.
Un truco que me dieron y que vale su peso en oro: aprovecha la ligereza de la 125 para practicar maniobras a baja velocidad. Ochos, slalom entre conos (o botellas de agua), frenadas de emergencia… Todo eso que con una moto grande sería un suplicio, con una 125 es casi divertido. Es como aprender a bailar: mejor empezar con pasos sencillos que intentar hacer el moonwalk desde el principio.
¿Por qué una 125 es ideal para empezar a conducir una moto?
Te voy a contar por qué las 125 son la mejor opción para novatos, y no es solo marketing de las marcas. Primero, el tema legal: en muchos sitios puedes conducirlas con el carnet de coche más un cursillo. Nada de exámenes complicados ni meses de autoescuela. Es como el acceso directo al mundo de las dos ruedas.
Luego está el peso. Una 125 típica pesa entre 120 y 140 kilos. Puede parecer mucho, pero comparado con los 200 y pico de una moto “de verdad”, es una pluma. Esto significa que si se te cae parada (que se te caerá, no te engañes), podrás levantarla tú solo sin necesitar una grúa o tres amigos forzudos.
El consumo es otra ventaja brutal. Con 10 euros puedes hacer 200 kilómetros tranquilamente. Es más barato que ir en transporte público, y mucho más divertido. Para alguien que está aprendiendo y que probablemente dará muchas vueltas practicando, esto es un ahorro considerable. Mi primera 125 consumía menos que el mechero de mi abuela.
Y no olvidemos el mantenimiento. Cambiar el aceite, ajustar la cadena, cambiar filtros… todo es más barato y sencillo en una 125. Es como la diferencia entre mantener un Seat Ibiza y un BMW Serie 5. Además, si la cagas y rompes algo (un intermitente, un retrovisor…), las piezas no te costarán un riñón.
Técnicas de cambio de marchas para principiantes
El cambio de marchas es donde muchos novatos se vuelven locos. Es como tocar la batería: necesitas coordinar manos y pies mientras mantienes el ritmo. Pero tranquilo, que no es física cuántica. La clave está en entender que es un baile entre tres elementos: embrague, acelerador y selector de cambios.
Para subir de marcha, la secuencia es: cortar gas (solo un pelín), apretar embrague a fondo, dar un golpecito hacia arriba con el pie izquierdo, soltar embrague suavemente mientras vuelves a dar gas. Parece complicado escrito así, pero es como atarse los cordones: al principio piensas cada movimiento, luego lo haces sin pensar.
Para bajar marchas es parecido, pero al revés y con un matiz importante: el motor debe estar a las revoluciones adecuadas. Si vas a 60 km/h y metes primera, el motor protestará como un gato al que le pisas la cola. Por eso es importante aprender a “hacer la doble” o dar un golpe de gas mientras tienes el embrague apretado. Suena a piloto profesional, pero es más fácil de lo que parece.
Mi consejo personal: empieza practicando los cambios sin moverte. Moto en el caballete central o lateral, motor encendido, y practica la secuencia. Primero despacio, como si fueras un robot, luego más fluido. Cuando lo tengas dominado parado, hacerlo en movimiento será pan comido. Bueno, pan con algún que otro susto al principio, pero al menos ya sabrás dónde está cada cosa sin tener que mirar.


