¿Cuáles son las mejores rutas de moto por la dehesa extremeña?
La dehesa extremeña es mucho más que un paisaje. Es el alma de esta tierra, donde encinas centenarias y alcornoques dibujan horizontes infinitos. Para quienes buscan la esencia más pura de Extremadura, estas extensiones que dominan Badajoz y Cáceres ofrecen algo único: kilómetros de carreteras donde el único límite es tu propio espíritu aventurero. Aquí, la conexión entre piloto, máquina y naturaleza alcanza su máxima expresión.
Rutas moteras entre encinas: La dehesa de Badajoz
Badajoz te recibe con los brazos abiertos y una red de carreteras comarcales que es pura poesía para cualquier motero. Imagina salir de la capital pacense con el sol de la mañana acariciando tu casco, dirigiéndote hacia la Sierra de San Pedro. Allí, las encinas forman túneles naturales sobre el asfalto, creando un juego de luces y sombras que te acompaña kilómetro tras kilómetro.
El camino hacia Alburquerque es de esos que no olvidas. Las curvas, suaves pero constantes, te invitan a encontrar ese ritmo perfecto donde moto y piloto se convierten en uno solo. Y mientras ruedas, el espectáculo continúa: cerdos ibéricos hozando bajo las encinas, vacas retintas que levantan la cabeza curiosas al escuchar el ronroneo de tu motor. Es la Extremadura más auténtica, la que late al compás de tu viaje.
Descubriendo la dehesa cacereña en dos ruedas
Cáceres, esa joya del Patrimonio Mundial, es tu punto de partida hacia aventuras que marcan la diferencia. La comarca de Montánchez te espera con algo más que sus famosos jamones (aunque una parada gastronómica nunca está de más). Las carreteras que unen Valencia de Alcántara con la Sierra de San Pedro son de esas que guardas en la memoria y en el corazón.
¿La mejor época? Difícil elección. En primavera, las flores silvestres convierten los márgenes en un festival de colores. El otoño, por su parte, transforma el paisaje en una paleta de ocres y dorados que parece pintada especialmente para ti. Y lo mejor: el tráfico brilla por su ausencia. Solo tú, tu moto y kilómetros de libertad. Alcántara te espera al final del día con esa gastronomía que reconforta el cuerpo y el alma tras una jornada intensa.

De Trujillo a Guadalupe: Una experiencia por la dehesa extremeña
Esta ruta tiene algo especial. Algo que va más allá del asfalto. Trujillo, con su plaza mayor donde el tiempo parece haberse detenido, marca el inicio de una aventura que te llevará a través de las Villuercas hasta el místico Guadalupe. El paisaje va transformándose ante tus ojos: la dehesa da paso gradualmente a relieves más caprichosos, más desafiantes.
Las carreteras aquí ponen a prueba tu pericia. Algunos tramos se estrechan, las curvas se vuelven más cerradas, pero el asfalto se mantiene en condiciones excelentes. Es el tipo de ruta que los verdaderos aficionados buscan: técnica, variada, emocionante. Y cuando finalmente divisas el monasterio de Guadalupe, Patrimonio de la Humanidad, sientes que has completado algo más que un viaje. Has vivido una experiencia que define lo que significa recorrer Extremadura en moto.
¿Cómo recorrer la Vía de la Plata en moto por Extremadura?
La Vía de la Plata no es solo una carretera. Es historia viva bajo tus ruedas. Esta antigua calzada romana que cruza la península te ofrece la oportunidad de viajar en el tiempo mientras disfrutas del presente. Desde Monesterio hasta Baños de Montemayor, cada kilómetro cuenta una historia, cada pueblo guarda un tesoro. Y tú, sobre tu moto, eres el protagonista de esta aventura milenaria.
Etapas recomendadas para moteros en la Vía de la Plata
Planificar bien esta ruta marca la diferencia entre un buen viaje y una experiencia inolvidable. Monesterio, en el sur de Badajoz, es tu punto de partida natural. Desde allí, Zafra te sorprenderá con su casco histórico que parece sacado de un cuento. Pero el plato fuerte llega en Mérida, donde el legado romano te dejará boquiabierto. ¿Sabías que aquí se encuentra el conjunto arqueológico romano mejor conservado de España?
La ruta continúa hacia Cáceres, atravesando dehesas y campos de cereal que definen el paisaje extremeño. Y para cerrar con broche de oro, el norte te espera: Plasencia, con su peculiar doble catedral, y finalmente Baños de Montemayor, donde las aguas termales serán el premio perfecto tras días de ruta. Lo mejor es que puedes adaptar el recorrido a tu estilo: carreteras secundarias para los más aventureros o vías rápidas si el tiempo apremia.
De Mérida a Cáceres: El corazón de la Vía de la Plata
Este tramo es especial. Muy especial. Salir de Mérida con su impresionante patrimonio romano a tus espaldas y dirigirte hacia Cáceres es vivir la esencia de la Vía de la Plata. Claro, puedes tomar la A-66 y llegar rápido, pero ¿dónde queda la aventura? Las carreteras secundarias, como la EX-214, son las que guardan los verdaderos tesoros.
Montánchez aparecerá en tu camino como una tentación irresistible. Sus jamones tienen fama mundial, y con razón. Alcuéscar te sorprenderá con su tranquilidad rural. El paisaje va cambiando sutilmente: las dehesas se alternan con colinas suaves que invitan a detenerte para capturar ese momento perfecto con la cámara. Y cuando finalmente llegas a Cáceres, con su casco histórico que parece congelado en el tiempo, la satisfacción es total. Pasear por su Plaza Mayor tras una jornada intensa sobre el asfalto… créeme, no tiene precio.
Paradas imprescindibles para el motero en la ruta romana
Cada parada en la Vía de la Plata cuenta. En Mérida, el Teatro y Anfiteatro romanos exigen su tiempo. El Puente Romano sobre el Guadiana ofrece vistas perfectas para esa foto que compartirás con orgullo. Y el Templo de Diana… bueno, hay que verlo para creerlo.
Casar de Cáceres merece una mención especial. Su famosa Torta, ese queso cremoso y potente, es el tentempié perfecto para recuperar fuerzas. En Cáceres, perderte por sus callejuelas al caer la noche es casi obligatorio. La iluminación nocturna transforma la ciudad en un escenario mágico.
Más al norte, Plasencia te sorprende con su vitalidad. Y si eres de los que no pueden resistirse a un desvío con recompensa, el Parque Nacional de Monfragüe desde Torrejón el Rubio te regalará el espectáculo de las aves rapaces en su hábitat natural. Para cerrar el círculo, nada como sumergirse en las aguas termales de Baños de Montemayor. Tu cuerpo te lo agradecerá tras tantos kilómetros de emociones.
¿Qué rutas en moto por los parques naturales de Extremadura son más espectaculares?
Los parques naturales extremeños son la joya de la corona para el motero que busca algo más que asfalto. Aquí, la naturaleza se muestra en estado puro, y las carreteras que los atraviesan parecen diseñadas para maximizar el placer de conducir. Bosques, ríos, montañas… todo se combina para crear experiencias que quedan grabadas en la memoria.
Monfragüe en moto: La joya natural extremeña
Monfragüe es único. Literalmente. Es el único Parque Nacional de Extremadura, y cuando lo recorras entenderás por qué merece esta distinción. Desde Plasencia, la ruta hacia Malpartida de Plasencia y Torrejón el Rubio es un aperitivo de lo que te espera. Pero es al adentrarte por la EX-208 cuando la magia comienza de verdad.
El Salto del Gitano no es solo un mirador. Es un balcón privilegiado donde buitres y águilas imperiales planean a escasos metros de ti. La carretera que sube al Castillo de Monfragüe pondrá a prueba tu técnica con sus curvas cerradas y pendientes pronunciadas. Pero la recompensa merece cada gota de sudor. Las áreas de descanso están estratégicamente ubicadas para que puedas parar, respirar hondo y asimilar tanta belleza. Este es el tipo de lugar que te recuerda por qué empezaste a viajar en moto.
Ruta motera por el Parque Natural Tajo Internacional
El Tajo Internacional es frontera y encuentro. Aquí, España y Portugal comparten uno de los paisajes fluviales más impresionantes de la península. Valencia de Alcántara, con su casco histórico perfectamente conservado, marca el inicio de una aventura que te llevará hasta Alcántara, donde el puente romano sobre el Tajo te dejará sin palabras. Dos mil años contemplándote desde su majestuosa altura.
La EX-117 es tu compañera de viaje, bordeando el río en tramos que parecen sacados de una postal. Las curvas aquí tienen ese punto justo de dificultad que las hace divertidas sin ser temerarias. Zarza la Mayor y Ceclavín aparecen como oasis donde el tiempo transcurre a otro ritmo. Pequeños bares donde la conversación fluye tan bien como la cerveza fría, y donde los lugareños te tratarán como a uno más. Los antiguos molinos y las terrazas de cultivo añaden ese toque humano al paisaje salvaje, recordándote que esta tierra ha sido hogar de generaciones que supieron vivir en armonía con la naturaleza.
Descubriendo Las Hurdes y el Meandro del Melero en moto
Las Hurdes tienen mala fama histórica, pero quienes se atreven a explorarlas descubren uno de los secretos mejor guardados de Extremadura. Estas montañas del norte cacereño, con sus carreteras estrechas pero impecablemente asfaltadas, son el paraíso del motero que busca autenticidad. Desde Plasencia o Hervás, el camino hacia Pinofranqueado es el preludio de una sinfonía de curvas.
Caminomorisco, Vegas de Coria, Nuñomoral… nombres que quizás no te suenen, pero que esconden pueblos donde la vida transcurre al margen de las prisas modernas. Y entonces llegas al Meandro del Melero. Nada te prepara para este espectáculo de la naturaleza: el río Alagón dibujando una curva casi perfecta, creando una península que parece diseñada por un artista. El mirador de La Antigua ofrece la perspectiva perfecta, pero llegar hasta allí requiere concentración. Las carreteras hurdanas no perdonan distracciones, con sus curvas constantes y cambios de rasante que mantienen todos tus sentidos alerta. La recompensa: paisajes únicos y la posibilidad de probar la auténtica miel de Las Hurdes o un cabrito preparado como solo aquí saben hacerlo.
¿Cuáles son las mejores rutas de moto para disfrutar de la Sierra de Gredos extremeña?
La vertiente extremeña de la Sierra de Gredos es territorio de leyenda para los moteros. Aquí, las carreteras no solo suben y bajan: danzan con la montaña, creando una coreografía perfecta de curvas, rectas y paisajes que cortan la respiración. Los puertos de montaña son el desafío que todo piloto busca, y los valles, el premio que la naturaleza regala a quienes se atreven a explorarlos.
El Valle del Jerte en moto: Cerezos y carreteras de ensueño
El Valle del Jerte es magia pura. Cuando los cerezos florecen en primavera, el valle se viste de blanco en un espectáculo natural que atrae a miles de visitantes. Pero para el motero, cualquier época del año es buena para disfrutar de sus carreteras. La N-110 desde Plasencia hacia el Puerto de Tornavacas es una montaña rusa de emociones.
La carretera remonta el curso del río Jerte, alternando tramos rectos donde puedes respirar con curvas que exigen toda tu atención, especialmente al acercarte al puerto. Los desvíos hacia pueblos como Navaconcejo, Cabezuela del Valle o Jerte son tentaciones irresistibles. Las carreteras secundarias aquí son joyas escondidas, serpenteando entre bancales de cerezos que parecen desafiar la gravedad. Y cuando coronas el Puerto de Tornavacas, a 1.275 metros de altitud, el mundo se extiende a tus pies. En primavera, el manto blanco de los cerezos en flor. En otoño, un mosaico de rojos y dorados que parece irreal. Momentos así justifican cada kilómetro recorrido.
De Plasencia a Hervás: Ruta motera por la Sierra Norte de Extremadura
Este recorrido tiene todo lo que un motero puede desear: historia, cultura, gastronomía y, por supuesto, carreteras de ensueño. Plasencia, con su impresionante patrimonio monumental, es el punto de partida perfecto. Pero es al dejar atrás la ciudad cuando la aventura comienza realmente. La Sierra Norte extremeña se muestra en todo su esplendor, con carreteras que parecen diseñadas para el disfrute sobre dos ruedas.


