Rutas en moto en Castilla y León

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Sales por la mañana temprano de Ávila, con su muralla medieval vigilando tu partida, y para mediodía ya estás admirando el acueducto segoviano. Es una pasada poder vivir tanta historia en un solo día sobre dos ruedas. Y si lo que buscas es algo con más chispa técnica, la ruta entre Béjar y Candelario te va a poner los pelos de punta. Aquí las curvas son de las que te hacen sonreír dentro del casco, y los pueblitos que encuentras por el camino parecen postales congeladas en el tiempo. Gracias a comunidades online como Wikiloc, cada vez más moteros comparten sus experiencias y trucos sobre estos recorridos.

¿Eres de los que disfrutan cuando la carretera te pone a prueba? Entonces tienes que probar el tramo entre Barco de Ávila y Arévalo. Son unos 100 kilómetros donde tu moto y tú os convertiréis en uno solo, alternando rectas donde estirar las piernas con curvas que te obligan a bailar sobre los estribos. Lo mejor es cómo el paisaje va cambiando ante tus ojos: primero montañas que tocan el cielo, luego llanuras infinitas que te hacen sentir pequeño.

Pero si hay una ruta que me pone la piel de gallina cada vez que la recuerdo, es la de la Sierra de Francia. Salir de Miranda del Castañar y subir hasta la Peña de Francia es como ascender al paraíso de los moteros. El asfalto está que da gusto en 2023, las curvas fluyen como si las hubiera diseñado un motero veterano, y las vistas… bueno, las vistas son de esas que te obligan a parar, quitarte el casco y quedarte un rato simplemente mirando.

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Itinerarios con mayor valor paisajístico y cultural

Hay rutas que son mucho más que kilómetros de asfalto; son viajes en el tiempo. Salir de Astorga con el palacio de Gaudí despidiéndote es comenzar una aventura que te lleva desde campos dorados de cereal hasta puertos de montaña donde las nubes acarician el asfalto. Es curioso cómo el paisaje va cambiando bajo tus ruedas, ¿verdad? Un momento estás rodeado de trigales infinitos y, sin darte cuenta, ya estás subiendo curvas entre robles centenarios.

El trayecto entre Olmedo y Medina del Campo es otra historia. Aquí el tiempo va más lento, y no es solo una sensación. Los pueblecitos por los que pasas conservan sus iglesias románicas y esas plazas con soportales donde apetece parar a tomar algo y charlar con los lugareños sobre las mejores curvas de la zona.

¿Buscas algo más salvaje? La ruta que sigue el río Tormes desde Salamanca hasta Linares de Riofrío es pura magia. Son carreteras secundarias donde apenas te cruzas con otros vehículos, perfectas para sentirte dueño del asfalto. Los bosques de robles y encinas te escoltan mientras las curvas se suceden con ese ritmo perfecto que todo motero busca. Y esos pueblos de piedra dorada que aparecen de repente… te juro que parecen salidos de un cuento.

Muchos compañeros de ruta coinciden en que este recorrido es de los que dejan huella. La zona de Sepúlveda también tiene lo suyo. Las carreteras aquí son más tranquilas, con curvas amplias que invitan a disfrutar sin prisas. El firme está de lujo, ideal si viajas con una moto de gran turismo cargada para varios días. Y el casco histórico de Sepúlveda… bueno, es de esos lugares donde merece la pena aparcar y perderse un rato entre sus calles empedradas.

Rutas de moto de carretera más recomendadas del año

Si hay una ruta que ha triunfado este 2023, esa es la de las Hoces del río Duratón. ¿Te imaginas rodar al borde de cañones impresionantes mientras los buitres leonados planean sobre tu cabeza? Es una experiencia que pone los pelos de punta. La mayoría empezamos en Sepúlveda, con su aire medieval, y terminamos en Peñafiel, donde un buen lechazo asado te espera como recompensa. Es la combinación perfecta: naturaleza salvaje, historia viva y gastronomía de la buena.

No es casualidad que cada fin de semana veamos más y más motos por estas carreteras. La comarca de Nava esconde otro tesoro para los que preferimos las carreteras secundarias. Aquí no hay prisas ni agobios, solo tú, tu moto y kilómetros de asfalto perfecto atravesando campos de cereal que cambian de verde a dorado según la época. Es Castilla en estado puro, ¿sabes? Esa sensación de libertad cuando no hay un solo coche a la vista y puedes disfrutar de cada curva a tu ritmo.

Para los que buscan emociones más fuertes, la Sierra de Ayllón se ha convertido en el lugar de peregrinación de 2023. Las curvas aquí son cerradas, de las que te obligan a inclinar bien la moto, y los desniveles te mantienen alerta. Pero cuando llegas arriba y ves el contraste entre las montañas y las llanuras castellanas… entiendes por qué tantos moteros repiten esta ruta una y otra vez.

¿Cómo disfrutar de la Ribera del Duero y rutas del vino en moto?

Ruta del vino por Peñafiel y sus alrededores

La Ribera del Duero y las motos forman un matrimonio perfecto. En 2023, Peñafiel se ha convertido en el punto de partida ideal para los que queremos combinar curvas con buenos caldos. El castillo, que parece un barco varado en lo alto del cerro, alberga el Museo del Vino, y créeme, merece la pena visitarlo antes de lanzarte a la carretera.

Las rutas hacia Pesquera de Duero o Valbuena de Duero son una gozada: asfalto impecable, curvas suaves que invitan a disfrutar sin sobresaltos, y viñedos hasta donde alcanza la vista. Muchas bodegas centenarias han abierto sus puertas a los moteros, y no es raro ver hileras de motos aparcadas mientras sus dueños catan algunos de los mejores vinos del país.

Lo que tiene de especial rodar por los alrededores de Peñafiel es cómo el paisaje te cuenta historias diferentes según la temporada. ¿Has estado durante la vendimia? El ajetreo en los viñedos, el olor a mosto… es algo único. Y en otoño, cuando las hojas de las vides se vuelven rojas y doradas, parece que ruedas por un cuadro impresionista.

Las bodegas de la zona se han puesto las pilas con los moteros: parking vigilado, visitas adaptadas a grupos, y lo mejor, entienden que después de una cata queremos seguir rodando, así que nada de presiones. Roa y Aranda de Duero completan este triángulo del vino perfecto. Sus bodegas subterráneas son alucinantes, como ciudades bajo tierra donde el tiempo se ha parado. Después de un día intenso sobre la moto, bajar a una de estas cuevas y disfrutar de una buena comida… no hay plan mejor.

Enoturismo en dos ruedas por la Ribera del Duero

El enoturismo motero está pegando fuerte, y no me extraña. La Ribera del Duero te ofrece más de 100 kilómetros de carreteras que siguen el curso del río como si fueran su sombra. Para sacarle todo el jugo a la experiencia, yo siempre recomiendo planificar bien las paradas. Desde Tudela de Duero hasta San Esteban de Gormaz, el viaje es un continuo descubrimiento.

Los viñedos dominan el paisaje, pero esas pequeñas lomas que rompen la monotonía de la meseta le dan un toque especial a la conducción. Lo que más me gusta de esta zona es poder descubrir esas pequeñas bodegas familiares que no salen en las guías. Algunas llevan siglos elaborando vino, y cuando entras es como viajar al pasado. Los dueños te cuentan historias de sus abuelos mientras te enseñan barricas centenarias.

El monasterio de Valbuena de Duero o el conjunto histórico de Curiel son paradas obligadas para estirar las piernas y empaparse de historia. Y sí, el lechazo asado en horno de leña es el compañero perfecto para esos tintos potentes de la Ribera. Eso sí, seamos responsables: si catamos, con moderación, o mejor aún, que conduzca el colega que prefiere el agua. La carretera nos esperará mañana.

Recorrido entre viñedos desde Tordesillas hasta Soria

Este recorrido de 250 kilómetros es de los que marcan. Salir de Tordesillas, con toda su carga histórica sobre Juana la Loca, ya te pone en situación. Las carreteras vallisoletanas son una delicia para empezar: nacionales bien cuidadas donde puedes coger ritmo sin complicaciones. Es el calentamiento perfecto antes de meterte en harina.

Cuando llegas a Peñafiel, el paisaje empieza su transformación. Los viñedos aparecen tímidamente al principio, luego ya lo dominan todo. Las carreteras aquí tienen ese punto justo: ni tan fáciles que aburran, ni tan técnicas que no puedas disfrutar del entorno. Las curvas fluyen, los cambios de rasante son suaves, y puedes concentrarte en sentir la moto y admirar el paisaje.

Según avanzas hacia Burgos y luego hacia Soria, la cosa se pone más interesante. El terreno se vuelve más bravo, las curvas más cerradas, y cuando llegas al Cañón del río Lobos… madre mía, qué espectáculo. El tramo final atravesando el parque natural es la guinda perfecta. Combinar en una sola ruta castillos, vinos, naturaleza salvaje y buenas curvas… ¿se puede pedir más?

¿Qué rutas de moto incluyen los parques naturales más impresionantes de Castilla y León?

Ruta al Lago de Sanabria y Puebla de Sanabria

El Parque Natural del Lago de Sanabria es uno de esos lugares que te dejan sin palabras. Imagínate el lago glaciar más grande de la península, rodeado de montañas, y tú llegando en moto después de una ruta espectacular. La aventura empieza en Benavente, cogiendo la N-525 hacia Puebla de Sanabria. Esta nacional es de las buenas: asfalto impecable, mezcla perfecta de rectas para relajarte y curvas para mantener la emoción.

Según te acercas a Puebla, las montañas empiezan a aparecer en el horizonte y sabes que viene lo bueno. Puebla de Sanabria te obliga a parar sí o sí. Es uno de esos pueblos que parecen sacados de un cuento medieval, con su castillo del siglo XV vigilando desde lo alto. Aparcar la moto y pasear por sus calles empedradas es como viajar en el tiempo. Y los embutidos ibéricos de la zona… uff, son de otro nivel.

Desde aquí, la ZA-104 te lleva directa al lago en apenas 12 kilómetros que se pasan volando. Las curvas están trazadas con mimo, el asfalto es una alfombra, y las vistas de bosques y cascaditas te acompañan todo el camino. Cuando por fin llegas al lago y lo ves en todo su esplendor, rodeado de montañas que en 2023 siguen conservando una naturaleza casi virgen… entiendes por qué tantos moteros consideran esta ruta imprescindible. Los miradores están pensados para que puedas parar con la moto y quedarte embobado mirando este regalo de la naturaleza.

Recorrido por las Hoces del Duratón y el Complejo Kárstico

Las Hoces del río Duratón son uno de esos caprichos de la naturaleza que parecen diseñados para disfrutarlos en moto. Millones de años de erosión han creado estos cañones de piedra caliza que cortan el paisaje segoviano como si fueran cicatrices de gigante. La experiencia de rodar por las carreteras que bordean estos precipicios es algo que todo motero debería vivir al menos una vez. El contraste entre la tranquilidad del río allá abajo y la emoción de las curvas en las alturas crea una sinfonía perfecta para los sentidos.

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